UN HUECO PARA LA MÚSICA
En
pleno puente de agosto, con un Casco Antiguo que hacía mucho tiempo que no
vivía una afluencia turística de esta dimensión llenando las terrazas y las
calles, la Catedral fue el espacio idóneo para recuperar la distancia social
mínima en el que previsiblemente será el último fin de semana de apertura de
locales de ocio nocturno, y en el que se decretará la prohibición de fumar en
la vía pública si no se puede mantener la separación personal o el aumento de
la distancia entre las mesas de las terrazas.
Este
fin de semana marcado por la festividad de la Virgen ha ofrecido una excelente
oportunidad para poder asistir a dos espléndidos conciertos de órgano en la
catedral de Cuenca. El primero, el viernes, tuvo como protagonista a Jürgen
Essl, profesor del curso que llevaba por título “El arte de la improvisación:
como transformar la propia fantasía en una forma musical. El discurso musical
en la melodía, el ritmo, la armonía, la forma y el sonido” y que se ha estado
celebrando en la propia catedral desde el pasado día 12. En ese concierto, el
profesor Essl estuvo acompañado de Marie Zahrádková que dieron forma a recital
magistral a dos órganos.
Luego,
el sábado, el concierto estuvo a cargo de los ocho alumnos que han participado
en el curso, que fueron interviniendo de forma sucesiva y alternándose en los
dos órganos de la catedral: Julio Urbán García. Francisco Javier Tortajada,
María Ceballos Aranda, Carlos Rafael Pérez López, Jürgen Buschmann, Jonatan
Carbó Casanellas, Jaime González-Sierra Moreno y el conquense Miguel Mora de la
Osa.
Los
participantes en el concierto habían pedido a Jürgen Essl que ofreciera una
improvisación a modo de bis, pero el profesor de órgano de Stuttgart, en un
gesto de elegante cortesía trasladó la invitación a Carlos Arturo García Parra,
organista titular de la Catedral de Cuenca, que ofreció una brillante pieza
final de corte clásico que sirvió también para conmemorar el 824 aniversario de
la Dedicación del Altar de la Catedral.
Gracias
a estas iniciativas, como fue hace casi un mes la de Estival Cuenca, podemos
pensar que en Cuenca algo se mueve, en algún sitio sigue habiendo vida, no todo
es pasividad y miedo cerval a la pandemia. No todo el mundo está escondido. En
algunos sitios aún hay un resquicio para que fluya la música.
Comentarios
Publicar un comentario