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Mostrando entradas de agosto, 2020

LA CRISIS DESDE LOS BALCONES

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              No se si mucha gente de la que pasea por las calles, arriba y abajo, sabe de qué van las colgaduras que hay en muchos balcones, casi todos de edificios oficiales. Tampoco son muchos los que se detienen a verlas pero en líneas generales yo creo que todo el mundo se entera de que ahí, en esas colgaduras, hay una colección de imágenes que vienen a ser un resumen gráfico de lo que ha pasado en esta ciudad (y en el resto del mundo) durante los últimos meses. Un total de 50 imágenes de 27 fotógrafos conquenses, en las que muestran aquello que veían desde sus casas durante las semanas de confinamiento, componen la exposición Desde mi balcón de PhotoEspaña, con la que Cuenca vuelve a convertirse en sede de este prestigioso certamen fotográfico. Las fotografías pueden verse, expuestas en lonas colgadas precisamente de ventanas y balcones, en un recorrido con 14 paradas desde la calle Obispo Valero hasta la Subdelegación del Gobierno, pasando por la Plaza Mayor, el Ayuntamiento

BANDERAS AL VIENTO

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              Escribiré esta nota en primera persona. Durante 14 años fui el primer director del Teatro-Auditorio de Cuenca, etapa en la que me tocó asumir múltiples decisiones, algunas conocidas públicamente y otras que me guardo para mí, hasta que llegue la hora de contarlas.             En ese proceso un día cualquiera pensé que estaría bien, en un edificio de esas características, situar las banderas constitucionales para dejar constancia de dónde estamos y quienes somos. Nada original: ocurre en otros muchos lugares, en este país y en todos. De manera que hice los encargos oportunos y a los pocos días estaban las cuatro banderas colocadas en otros tantos esbeltos mástiles, en la parte baja del edificio, donde se encuentra el arranque de las escaleras y donde había también, por cierto, una gran cartelera que anunciaba la programación del mes.             Las banderas fueron pronto víctimas de los desaprensivos que en la noche conquense actúan impunemente cometiendo toda clase d

UN HUECO PARA LA MÚSICA

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  En pleno puente de agosto, con un Casco Antiguo que hacía mucho tiempo que no vivía una afluencia turística de esta dimensión llenando las terrazas y las calles, la Catedral fue el espacio idóneo para recuperar la distancia social mínima en el que previsiblemente será el último fin de semana de apertura de locales de ocio nocturno, y en el que se decretará la prohibición de fumar en la vía pública si no se puede mantener la separación personal o el aumento de la distancia entre las mesas de las terrazas. Este fin de semana marcado por la festividad de la Virgen ha ofrecido una excelente oportunidad para poder asistir a dos espléndidos conciertos de órgano en la catedral de Cuenca. El primero, el viernes, tuvo como protagonista a Jürgen Essl, profesor del curso que llevaba por título “El arte de la improvisación: como transformar la propia fantasía en una forma musical. El discurso musical en la melodía, el ritmo, la armonía, la forma y el sonido” y que se ha estado celebrando en la

ADIÓS, ANDAMIO, ADIÓS

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              Esta es una imagen de despedida, tomada el último día en que todavía era posible ver algo de los andamios que durante meses han cubierto la fachada de la Casa del Corregidor. Unas horas después, ya no quedaba nada y ahora la histórica fachada, con su espectacular escudo imperial, vuelve a ofrecerse diáfana a la contemplación de los transeúntes.             Aún siguen las obras por dentro pero, por lo que me dicen, es cuestión de días que lleguen a su completo final. Luego vendrá esa otra parte del proceso que tiene una duración indefinida: el equipamiento, la puesta a punto, el traslado del Archivo Municipal, delicada operación que debería estar a cargo de un profesional cualificado, pero hace ya cuatro años que no existe archivero municipal, detalle que es muy demostrativo de la inoperancia del Ayuntamiento de Cuenca y de lo poco que le importan los asuntos relacionados con la cultura.             Por lo pronto, el edificio ya está sin andamios. Veremos en qué queda

TERRAZAS, SÍ; CULTURA, NO

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              He aquí una frase tópica: este es un verano atípico. La oímos decir docenas de veces al cabo del día, en la calle o en un establecimiento, en los informativos de cualquier clase. Por supuesto, la expresión abunda en el lenguaje político, siempre listo a captar y asimilar cualquier frase que, con independencia de su contenido semántico, suene bien, la gente la entiende a la primera y todo el mundo se siete muy a gusto de ver (de oír) que los dirigentes políticos también saben hablar como la gente de la calle.             En este atípico verano nos encontramos una ciudad, Cuenca, vivísima de gente, llena de turistas por todas partes, como si no hubiera pasado o estuviera pasando nada. Los hoteleros, que daban ya por segura la ruina, se encuentran, felices y contentos. Haciendo su agosto, que para eso está colocado este mes en el calendario.             Al otro lado de la balanza no hay nada. El Ayuntamiento (también otras instituciones) decidieron hace tiempo, mucho t

PROTECCIÓN PARA LAS TORRES TELEGRÁFICAS

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               Desde hace unos días, las torres telegráficas que forman un interesantísimo circuito por buena parte de la provincia de Cuenca han entrado a formar parte del catálogo de Bienes de Interés Cultural, lo que supone, por un lado, un reconocimiento de su valor, en este caso histórico y arqueológico, que no arquitectónico ni monumental; pero de otra parte eso significa que a partir de estos momentos son edificios protegidos por lo que, al menos teóricamente, no se puede hacer con ellos nada que no sea conservarlos con la mejor dignidad posible.              La provincia de Cuenca cuenta con el mayor conjunto de torres de telegrafía óptica del territorio nacional distribuidas en dos series, una que iba a de Valencia a Madrid y otra en un ramal que desde la capital conquense enlazaba con la anterior. En total, se conservan 16 torres, de las 20 que se levantaron, por lo que hay cuatro desaparecidas. Todas ellas tienen una estructura tipo atalaya (razón por la que en algunos pue

NO SE ADMITEN TARJETAS DE CRÉDITO

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              Regreso a Cuenca después de una pequeña temporada por esos mundos (próximos, todo hay que decirlo) y entre las cosas que reencuentro figura una que no ha sufrido ningún cambio: en algunos comercios y bares luce un letrerito que dice, más o menos, “No se aceptan tarjetas de crédito”, con una variante en algunos de ellos: “Pagos con tarjeta, mínimo 10 euros”. Esto se dice en una ciudad que quiere ser turística. Imagino la sorpresa que se llevarán muchos de nuestros visitantes al leer tales mensajes, totalmente desconocidos en los sitios en que he estado durante las últimas semanas.             La tarjeta de crédito llegó a España en el año 1972 y su uso parecía destinado entonces sólo a los ejecutivos de postín o a quienes viajaban a países exóticos. Vaya, que era poco menos que una señal de lujo y ostentación, de la que se hacía gala cuando, en la ocasión propicia, el interesado tiraba de cartera y sacaba la lustrosa tarjeta de crédito, signo de poderío económico.