LA HORA DE LA VERDAD
Durante tres meses
han estado quejándose a todas horas por lo mal que le iban las cosas, las
considerables pérdidas que estaban sufriendo, lo difícil que iba a ser la
recuperación, el drama de los trabajadores embarcados en un ERTE y mil cosas
parecidas. Como los medios informativos, sobre todo los audiovisuales y los tres
impresos que se han puesto al servicio de la caspa ultramontana, disfrutan con
las noticias lacrimógenas, nos han estado machacando un día sí y otro también
con las penurias del pobre sector turístico-hotelero.
Hasta que al fin
llegó la hora de volver a la normalidad o entrar en una nueva normalidad, que
no está muy claro lo que está sucediendo (por no hablar de los rebrotes que
amenazan con los males del infierno) y una vez producido ese hecho nos
encontramos que, en un sitio tan emblemático como la Plaza Mayor, los señores
propietarios de bares, restaurantes y cafeterías deciden que no tienen prisa en
reabrir; al fin lo hace uno, a la semana siguiente otro, mientras los demás
permanecen cerrados a cal y canto con gran maravilla del vecindario,
preguntándose todos unos a otros qué hacen, qué está pasando, sin tantas ganas
tenían de abrir, por qué no lo hacen. Al fin se han decidido y ayer lo
hicieron. Misterios de la economía local.
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