EL NUEVO LENGUAJE
En
estos comentarios intrascendentes se deslizan en ocasiones algunas reflexiones
sobre la delicada utilización del idioma castellano. Siempre me parecen de
especial gravedad las anómalas expresiones que se cuelan en el lenguaje
periodístico, tanto el escrito como el hablado, sobre todo porque la
reiteración va calando en el ánimo de una población no siempre preparada para
distinguir entre lo correcto y lo que no lo es, con una fácil tendencia a
asumir precisamente esto último, que de esa manera, en poco tiempo, se
transforma en habitual dejando de ser excepcional.
Hace
unos días me sorprendió oír a Ángels Barceló, generalmente bien hablada y con
una expresión correcta, decir “valoración positiva”, incorrección de suma
gravedad que se ha hecho común entre los informadores mal preparados (que
últimamente son mayoría, en detrimento de las facultades de Periodismo). No hay
valoración positiva ni negativa. Sólo hay valoración, a secas, como manda el
repertorio de instrucciones de la Real Academia. Toda valoración es, en sí
misma positiva, por lo que decir las dos cosas a la vez es una reiteración
absurda e innecesaria. Por lo mismo, no hay valoración negativa pues tal cosa
implicaría una contradicción; no puede ser negativo algo que necesariamente es
siempre positivo.
El
repertorio de incorreciones en amplísimo. Una de las que más me ha llamado la
atención en los últimos días es la de que, al amparo del retorno a la
normalidad tras la pandemia, “se van a reabrir las fronteras entre Comunidades
Autónomas”. Dicha tal cosa por un mal preparado periodista, de inmediato se
multiplica en los demás y llega al éxtasis cuando se proclama, con cámaras y
micrófonos, que los señores Revilla y Urkullu han formalizado el levantamiento
de la frontera entre Cantabria y Euskadi. Me temo que esta barbaridad, como
todas las demás, ya no tendrá marcha atrás. Existen fronteras entre países, no
dentro de un país, donde lo que hay son límites entre territorios, provincias o
municipios.
A ver
quien convence a la legión de informadores que pululan por todos los medios,
especialmente los digitales, de que lo correcto es decir “límites” y no “fronteras”.
Ya, ya lo se, esta es una batalla perdida pero me siento a gusto combatiendo en
ella.
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