TRISTE Y SOLA QUEDA LA CALLE
Impresiona ver Carretería vacía. Ni un alma. Ni siquiera
un alma acompañando a un perro (o al revés). Cierto que nuestra principal rúa
urbana no es un lugar muy concurrido, aunque si las circunstancias son
favorables algo de animación sí hay en ella. Pero esto es, verdaderamente, insólito
y, de paso, muy triste. El castigo bíblico que ha caído sobre nosotros (¿estaba
ya en las plagas de Egipto con qué Jahvé castigó a aquel pueblo desdichado, un
acto de crueldad divina similar a éste?) produce escenas como ésta, la principal
calle de la sencilla urbe provinciana condenada al silencio y el vacío. Sólo el
mínimo espacio que ocupa el supermercado de Día y, a su lado, los cajeros de un
par de bancos, proporcionan algo de actividad. Lo demás es oscuridad, tristeza.
Y aún nos queda por delante un largo periodo de amargura.
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