UN BONITO ESPECTÁCULO… CON DUDAS






Hay que podar los árboles, eso lo sabe todo el mundo. Es como ir a la peluquería los seres humanos. Se necesita un arreglo de vez en cuando; al menos, la mayoría, siempre hay excepciones que optan por lo contrario. A los árboles de Cuenca les toca poda muy de tarde en tarde. No haré caso de las cifras que manejan algunos, que se cuatro años, que si doce. Mucho tiempo, en cualquier caso. Hasta ahora, en que ha tocado meter la tijera, o sea, la motosierra. El resultado es que los pobres árboles están quedando mondos y lirondos, despojados de cualquier sombra de hoja y mostrando al aire libre sus muñones desnudos. Algunos dicen que es una poda salvaje. Otros, que parecen entendidos, lo explican y justifican. Ya veréis cuando llegue la primavera qué lustrosos y lozanos van a estar, rejuvenecidos, saneados. A mí me gustaría saber algo de botánica para poder impartir doctrina en este comentario, pero mi ignorancia es absoluta. Quiero creer que, en efecto, dentro de un par de meses la floresta habrá vuelto a estos troncos y ramas ahora limpios de cualquier señal. Por lo pronto, la imagen de estas desnudeces, dibujándose en el cielo de Cuenca, es muy atractiva y sugerente.



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