LOS CARTELES DE LA TRANSICIÓN





            Enredados como estamos con la memoria histórica, que tiene una parte ciertamente encomiable, la referida a la voluntad, muy amplia, de dignificar a quienes durante cuarenta años estuvieron postergados y humillados, por no hablar de muertos y exiliados, merecedores desde luego de todo el respeto del colectivo nacional, pero con la que convive otra tendencia, al menos preocupante, que aspira poco menos que a suprimir de un plumazo esos cuarenta años, de acuerdo con lo pretendido en ocasión similar Fernando VII, como si nunca hubieran existido. Y así a la eliminación de símbolos, placas callejeras y otros factores físicos o visibles se añaden los conceptos con lo que se quiere demonizar a todo aquel que haga cualquier alusión al régimen franquista.
            De esa actitud negacionista o revisionista no se libra la transición a la democracia, que tomó forma a la muerte del Dictador en 1975 y se prolongó durante los años siguientes, hasta el golpe de Estado de 1981, según unos, hasta la llegada al poder del PSOE en 1982 según otros. Fue un periodo extraordinariamente activo, cuya importancia quiere ser deslavazada por una banda de comentaristas de medio pelo, presuntos historiadores ignorantes de la realidad de los hechos. Esa España convulsa, inquieta, apasionante, creadora, innovadora, encontró su reflejo en una variopinta aparición de partidos políticos, sindicatos, asociaciones y grupos del más variado cariz, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda que se lanzaron alegre y libremente a las calles, organizando manifestaciones a diestro y siniestro y regándolas de carteles que ahora, vistos en conjunto, nos transmiten la imagen de un país extraordinariamente vivo, sujeto a tensiones desarrolladas por una viveza de carácter, por un dinamismo social, que ya querríamos en otras situaciones de amuermamiento general.
            En la sala de exposiciones del Museo de Cuenca en la Calle Princesa Zaida está montada esa exposición, Carteles en transición, pertenecientes a la colección de Luis María Sevilla y que ha sido comisariada por Eduardo Higueras, Herminio Lebrero y Ángel Luis López Villaverde. La muestra, que puede contemplarse hasta el 1 de marzo, refleja un recorrido por la propaganda política de la transición española con una colección de carteles y pegatinas que ofrecen un reflejo visual de lo que sucedía en aquel periodo. Lástima que entre ellos no haya ninguno de Cuenca, que también aportó su granito de arena a aquel despliegue de lemas e imágenes.

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