MÁS VALE TARDE QUE NUNCA
Este jueves, día 14, el patriarca de
las Letras Conquenses, Enrique Domínguez Millán, va a recibir el XXVIII premio
Glauka que concede anualmente la asociación Amigas de la Lectura, que tiene su
sede en la Biblioteca Pública. Han tenido tiempo para pensarlo, pero al fin han
caído en la cuenta de que había llegado ya el dilatado momento de hacer semejante
homenaje a una persona que lleva casi un siglo enhebrando palabras, por escrito
y de viva voz, desde que siendo todavía muy joven (nació en Cuenca en 1927)
encontró la vía necesaria para empezar a escribir y publicar, oficio este, en
su doble faceta del Periodismo y la Literatura, al que se ha dedicado toda la
vida y que aún hoy sigue ejerciendo, con el artículo semanal que publica en La Tribuna de Cuenca. Por cierto, muy
recomendable la lectura del penúltimo de ellos, dedicado a la calle en que
nació, la de Caballeros, en el corazón del casco antiguo; un artículo en el que
se unen las dos virtudes imprescindibles en este tipo de trabajo, el rigor
informativo y una prosa excelente. Merece la pena leerse.
Con
ese bagaje inmenso a sus espaldas y en su mochila, Domínguez Millán recibirá el
premio Glauka, título, conviene recordar, que corresponde a la protagonista de la
novela de Jose Luis Sampedro, La Vieja
Sirena, autor que fue un importante
apoyo para la biblioteca y para este grupo de Amigas de la Lectura, desde 1992
(año en que participó en el primer encuentro de escritores con sus lectores) y
durante muchos años hasta su fallecimiento en 2013. El premio quiere reconocer
a personas o instituciones que contribuyan al desarrollo personal y colectivo a
través de la lectura y la cultura.
Es obvio que en ese grupo la persona de Enrique Domínguez
Millán debe ser incluido con todo derecho. Podía haber sido antes, pero más
vale tarde que nunca, como asevera el dicho popular que, en este caso, también
tiene sentido.
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