EL MUNDO AGONIZANTE DE LOS QUIOSCOS DE PRENSA
Muy oportuno el reportaje firmado
por Gorka Díez en Las Noticias de Cuenca (recomiendo
su lectura íntegra) sobre los quioscos de prensa en Cuenca o, por decirlo con
total exactitud, sobre el único que sobrevive, el llamado del Xúcar, en la
glorieta de La Ventilla, al final de la calle Cervantes, y que rige Enrique
Gascueña, supervivientes, él y su quiosco, de una época, de un modo de comprar
periódicos y revistas que ha ido desapareciendo progresivamente de las calles.
Al penúltimo que cerró, el de la esquina de la calle de San Francisco con
Aguirre, ya le dediqué otro comentario tiempo atrás. De otros, más antiguos y
vetustos, sólo quedan en pie sus armaduras, inútiles ya, ocupando un mínimo
espacio en las calles en que se encuentran.
La decadencia de los quioscos de
prensa callejeros no es un mal exclusivo de Cuenca, sino que forma parte de una
evolución, seguramente negativa, que se experimenta en todas las ciudades,
aunque algunas de ellas, las más potentes, los mantienen con cierta pujanza. Me
sorprendió, hace un par de años, paseando por Córdoba, la considerable cantidad
de quioscos que allí hay, prácticamente uno cada cien metros y, al parecer,
todos con actividad.
No es el caso de Cuenca. Aquí, por
supuesto, todo ha sido siempre muy difícil, primero porque somos pocos y
segundo porque los pocos que somos no tenemos especial afición ni a los
periódicos ni a los libros (lo que ocurre con las librerías es algo similar).
Se mantienen abiertos algunos locales híbridos en que se vende de todo,
incluidos tabacos, pero quioscos en la calle solo queda ese, el del Xúcar.
Contemplémoslo con cariño, mientras se pueda y, de paso, si viene a cuento,
compremos algo de papel impreso.
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