ESCALINATA AMISTOSA
Para descansar,
cosa realmente necesaria, porque la vida del turista es muy dura y zarandeada,
más en sitios como Cuenca, cuesta arriba, cuesta abajo y el sol encima cayendo
a plomo, cualquier sitio es bueno. Los pudientes con ánimo de señoritos
prefieren las terrazas de los bares, cervecita, aperitivo (cacahuetes, aceitunas),
un pincho calentito, lo que sea menester para darle gusto al cuerpo.
Los menos pudientes
o que, siéndolo, tienen el ánimo entre pueblerino y castizo están a gusto en
cualquier rincón de la Plaza, aunque sea el duro suelo de las escalinatas de la
catedral, espacio muy apropiado para el reposo del caminante además de oportuno
para mirar el móvil, que hace por los menos cinco minutos que no lo veo,
¡mecachis! y por las redes están circulando miles de mensajes apetitosos que
conviene conocer, aunque sean bulos y mentiras.
La escalinata de
la catedral no cobra por recibir posaderas, ni protesta por el peso de algún
gordo (o gorda) que otro. La escalinata catedralicia se acomoda a todo lo que
sea menester y así se incorpora al bullicio de la Plaza, como viene haciendo
desde hace siglos.
Mientras, el
Ayuntamiento de Roma ha decidido prohibir (y multar a los infractores) que la
gente se siente en las escalinatas de la Plaza de España, uno de los espectáculos
más atractivos y populares de la llamada ciudad eterna. Espero que no enteren
los concejales de Cuenca, que en seguida son capaces de aplicar el invento.
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