LA ESPAÑA REAL NO ESTÁ EN MADRID
Imagino que le pasa a todo el mundo,
desde luego a mí. Me encanta encontrar en una voz autorizada y respetable un
comentario que coincide con lo que yo mismo pienso y que quizá hubiera expuesto
en algún lugar, por ejemplo, en éste, pero como ya lo ha hecho, con acierto,
ese otro comentarista, es mejor incorporarme a su opinión y decir: la comparto.
El artículo, siempre digno de ser
leído, de Manuel Vicent en la última columna de El Pais de este domingo, es lúcido, sensato, rotundo. Sin
desperdicio, se suele decir en estos casos. La línea argumental es sencilla:
por un lado, en el Congreso, los líderes políticos de este país (título que se
han adjudicado ellos mismos) han escenificado el vergonzoso espectáculo de la
fallida investidura de un presidente del gobierno que lleva ya en funciones
casi seis meses. De la vergüenza no se libra ni uno solo de ellos, ni los
directamente protagonistas del escándalo ni los secundarios que han aportado su
granito de arena.
Mientras eso pasa en Madrid, en el
Congreso, millones de españoles se dedican a vivir despreocupadamente en las
playas, tomando el sol, bebiendo cerveza y consumiendo raciones de calamares o
de mejillones, indiferentes a lo que estaba pasando y, desde luego, sin dirigir
ni una sola mirada a la estúpida pantalla del televisor donde se transmite en
directo la verborrea inútil y vacía-
Como estoy en una playa, puedo
confirmar y ratificar por completo la argumentación de Vicent. Aquí hay miles
de personas que forman la España real, totalmente indiferentes a lo que sucede
en el fútil escenario del Congreso de los Diputados, donde se escenifica la
absurda mentira en que chapotean los miembros de esa que debía ser digna casa
de la Democracia y es un auténtico lupanar de egoísmos e insensateces.
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