LA VARA DE ALCALDE CAMBIA DE MANOS



No pude asistir personalmente a la toma de posesión del nuevo grupo de concejales que asume desde ahora la gestión diaria del Ayuntamiento de Cuenca durante los próximos cuatro años, de manera que no pude ver en directo y con mis propios ojos lo que allí pasó. Tampoco he tenido ocasión de leer ningún comentario, gracias a la discreta habilidad con que los medios informativos suelen pasar sobre cosillas que entienden delicadas. Como no es mi caso, comentaré algo que allí sucedió y que me ha parecido muy llamativo, cuando me he enterado.
            Marcan las normas no escritas pero aplicables generalmente, porque son de buen estilo, educación y elegancia, que el alcalde saliente esté presente en el acto, para entregar a su sucesor la vara de mando y ser el primero en felicitarlo y desearle suerte en el cargo que estrena.
            Eso es lo que dice el libro de la cortesía política. Claro que todo depende la categoría moral de quienes deben protagonizar esa ceremonia. Y en el caso que nos ocupa, cuando llegó el momento de formalizar la escena, ocurrió que el alcalde saliente, Ángel Mariscal, no había estimado oportuno acudir al acto, de manera que tuvo que ser la presidenta de la mesa de edad, la concejala María Ángeles García, quien sustituyera al ausente y entregara la vara municipal al nuevo alcalde, Darío Dolz.
            Cosas que pasan. De esa manera, Mariscal completa su peculiar y poco brillante biografía como alcalde de Cuenca durante estos cuatro penosos años felizmente terminados.

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