MIRANDO AL JARDÍN DE EL SALVADOR




        Después de varios retrasos y anuncios, comenzaron al fin las obras de remodelación y regeneración del jardín de El Salvador, adjudicadas por el Consorcio de la Ciudad de Cuenca en más de cien mil euros. Como es natural, durante el tiempo que duren las obras no se podrá entrar (ni permanecer) en el recinto ajardinado y que desde hace años viene siendo maltratado por su dueño, el Ayuntamiento, y rechazado por sus presuntos usuarios, los vecinos del barrio.
        De acuerdo con un principio universal en todo tipo de obras, lo primero que han hecho ha sido destruir casi todo lo que había. Han levantado el pavimento, talado árboles, arrancados bancos y fuentecillas, removido el terreno. Luego, dicen, vendrá lo positivo, o sea, reponer todo lo destruido e incorporar maravillosas novedades, tales como la plantación de nuevos árboles y arbustos. Posteriormente se ejecutará la instalación de redes de saneamiento, drenaje, abastecimiento de agua, riego, y alumbrado público reubicando los puntos de iluminación actuales, con nuevas farolas con luminarias LED. Entre esas maravillas nos dicen que se instalará una segunda fuente en la plataforma central del jardín que se pavimentará en su totalidad, reservando el suelo de arena para la plataforma inferior.
        El personal, escéptico con fundamento alimentado durante lustros, desconfía de lo que pueda ocurrir. Si alguien intenta animarles, se limitan a hacer un gesto señalando hacia el cercano Jardín de los Poetas, que ocupa ya un lugar destacado en el ranking de obras desgracias hechas en esta ciudad.

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