PREPARATIVOS PARA SEMANA SANTA


         La forma en que se celebra la Semana Santa en Cuenca tiene un ejército de apasionados defensores y fervorosos practicantes junto con un grupo (no se si también numeroso o algo más reducido) de detractores que, por prudencia, suelen mostrarse cautos, sabedores de que si levantan la voz crítica recibirán denuestos y quizá algo más.

            Cualquiera que sea la opinión que se tenga sobre tal asunto sí parece evidente que esta celebración tiene componentes sociológicos de considerable interés, como por lo común lo tienen todas las fiestas populares que implican una intensa movilización por personas que, generalmente, no muestran excesivo interés por otras cuestiones. La existencia de hermandades o cofradías, su organización interna, el espíritu que las anima, la movilización que provoca cuando finalmente llegan los días señalados, son aspectos muy interesantes.

            Lo podemos comprobar, especialmente, cuando llegan las fechas marcadas en el calendario para que se escenifique callejera y teatralmente el montaje final, que tiene en el viernes de la primera luna llena de primavera el momento culminante. Las iglesias, estos días de preparativos, transforman su habitual circunspecto panorama, lleno de rezos y rosarios, para convertirse en un plató escénico por el que pululan las imágenes y sus montadores, llevándolas de un sitio para otro y dando forma a todos los detalles (el maquillaje, vaya) que las ponga en orden para su aparición pública. Ahí está, en la imagen, tal como la capté hace un par de días, la iglesia de El Salvador, en pleno trajín de nazarenos poniendo a punto los elementos del paso, en espera de los grandes días que se avecinan.
           
            Un proceso ciertamente interesante y participativo. Y que luego cada cual piense lo que quiera.



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