MANUEL ALCÁNTARA Y EL TIEMPO IDO
La muerte de Manuel Alcántara, maestro de articulistas de
periódicos, gremio en el que milito con el mayor de los entusiasmos desde hace
más de 50 años, produce un natural sentimiento de pérdida, aunque uno tenga
conciencia de la inevitabilidad de estas circunstancias. Era, no solo, como
dicen las necrológicas que están circulando por ahí, seguramente el decano de
todos nosotros, sino también un ya exótico ejemplar de escritor elegante,
sobrio, de los que sabe utilizar el adjetivo justo en la frase oportuna, sin
que en ningún momento permitiera que un vulgarismo idiomático o un torpe
exabrupto interfiriera en el discurso literario. Porque, y este es un matiz
importantísimo, Alcántara era un articulista literario, alguien que hacía
literatura en cada artículo, espécimen ya exótico, como se puede comprobar
diariamente leyendo las columnas que se publican, dedicadas con abrumadora
mayoría a la política, con generosos párrafos para el insulto, la descalificación
o la falsedad, cosa esta última que ya es el pan nuestro de cada día.
El recuerdo de Manuel Alcántara me ha llevado a otros que
hablan igualmente de un tiempo de Cuenca ya ido. No caeré en la falacia de
decir que fue un tiempo mejor; no, sólo distinto. Fue cuando el Ayuntamiento de
Cuenca, en feliz iniciativa, puso en marcha (1966) los Premios Ciudad de
Cuenca, que se iniciaron ese año con el de Periodismo y se ampliaron al año
siguiente con el de Poesía. El objetivo de los primeros era promover el interés
hacia la ciudad entre quienes cultivaban el ejercicio de la pluma (o la máquina
de escribir, entonces), animándolos a escribir artículos y publicarlos,
naturalmente, esperando que para ello pudieran recurrir a medios de importancia
nacional.
En el primer jurado de este concurso ya aparece el nombre
de Manuel Alcántara, para entonces singular aficionado a la ciudad, de la mano,
como solía ocurrir entonces, de Federico Muelas. Junto con él aparecen los
nombres de Ángel Ríos, Miguel Ángel García Brera y
Eduardo de la Rica ,
que decidieron premiar el artículo “Cuenca,
¿piedra de escándalo?”, de Miguel María de la Hoz , publicado en el diario
Arriba, de Madrid.
Volvió a ser jurado en el concurso del año 1971 y dos
años después, en la convocatoria de 1973, cambió su ubicación para pasar a ser él
mismo el premiado, por un hermoso
trabajo, "Volver a Cuenca", en
el que se sintetizan bien los valores que ya he señalado antes: el rigor, el
equilibrio, la elegancia, la palabra justa, el adjetivo conveniente y no
desmesurado. En esa convocatoria, el premio de poesía fue para José María Abellán.
Aún tengo anotada otra referencia de Manuel Alcántara, que volvió a ser jurado
de los premios en 1984. Y a partir de ahí se pierde esa presencia activa en la
vida cultural de Cuenca, aunque se que siguió visitando la ciudad durante
bastante tiempo posterior.
La
mención me hace buscar en la memoria las circunstancias de aquel tiempo ya ido,
sin posibilidades de recuperación. Fue una feliz idea del Ayuntamiento
establecer los premios y una torpeza suprimirlos, 25 años después. Con aquellos
artículos se podría formar un ejemplar volumen, incluyendo el ramillete de los
publicados, casi todos valiosos. Al amparo de la convocatoria y de la entrega
de los premios venían escritores, que se encontraban con los numerosos artistas
que también habitaban o visitaban la ciudad; entre unos y otros, se producían
unas vivencias sorprendentes. Todo eso ya es recuerdo, memoria, nostalgia quizá.
Ese tiempo pasado no fue mejor; sólo distinto.
(En
la foto, de José Luis Pinós, Manuel Alcántara habla en la iglesia de San
Miguel, en el acto de recepción del premio de Periodismo “Hermanos Valdés”).
Dónde hallar el artículo "Volver a Cuenca"? La página de la Fundación del escritor está inaccesible.
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