FRAY LUIS SIEMPRE; ERÓTICO, TAMBIÉN



         Aunque el pretexto era homenajear a Víctor García de la Concha, lo que en realidad hace Mario Vargas Llosa (El País, 7 de abril) es hablar de Fray Luis de León y de la que bien puede ser considerada como su más extraordinaria aportación a las letras universales, la traducción y versión, tan personal, del Cantar de los Cantares, que tantos problemas habría de generar al ilustre belmonteño por parte de la Inquisición, similares a los que hoy siguen padeciendo otras gentes igualmente perseguidas por las modernas fórmulas que el Santo Oficio adquiere en los tiempos actuales.

            A Vargas Llosa, la ocasión le viene al pelo para desarrollar un efectivo a la vez que brillante alegato a favor del amor erótico, o de las formas eróticas que puede manifestar el amor, un territorio en el que parece encontrarse muy a gusto. Quienes mantenemos, latente o soterrado, según las circunstancias, una clara afición por lo provinciano, nos sentimos conmovidos cuando una inteligencia tan notable y una pluma tan diestra ponen en valor una figura como la de fray Luis, sobre el que siempre pensamos que aquí no se hace ni se dice todo lo que debería hacerse y decirse, a diferencia, por ejemplo, de lo que ocurre en Salamanca, donde lo consideran tan suyo que lo tienen al cabo de la calle en cada momento.
            Aventura Vargas Llosa que “el autor del poema y, en todo caso, su traductor al español, conocían el amor, la atracción de la mujer, los juegos de la seducción, los secretos del deseo, y habían imaginado (o acaso vivido) la felicidad y el goce físico que el texto evoca con tanto refinamiento y exquisitez”. No conozco yo que nunca se haya encontrado en fray Luis de León ninguna veleidad mundana, pero quizá lleva razón el premio Nóbel hispano-peruano cuando insinúa tal cosa, que nadie puede adivinar ni juzgar lo que en verdad sucede en el alma (menos aún en el cuerpo) de los humanos. Tuviera o no fray Luis experiencias personales en el terreno amoroso, sí es cierto, con certeza total, que el Cantar de los Cantares es un monumento literario al amor, el espiritual y el carnal, si es que ambos matices pueden ser diferenciados.



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