ZURBARÁN ENTRE MODERNOS




  Está bien puesto el título de la exposición: Un maestro antiguo entre artistas contemporáneos: Zurbarán en el Museo de Arte Abstracto Español. En estos tiempos en que se busca la complicidad entre contrarios, fusionando técnicas y métodos para ofrecer una amalgama de estilos susceptibles de enriquecer la visión monolítica que tiende a manifestarse con frecuencia, la presencia de un cuadro barroco, de inspiración religiosa, coexistiendo con obras maestras del abstracto español viene a ser un buen ejemplo de esa tendencia que se practica en arte, en música, en modas, en costumbres, pero no en política, donde cada cual defiende obcecadamente su recinto acorazado, sin capacidad para dialogar, menos aún acercarse, al que está al otro lado. Aquí tenemos a Francisco Zurbarán, clásico entre los clásicos y maestro, desde luego, en el seno del arte español, no solo religioso, aunque sus cuadros de esta tendencia sean los más conocidos, en detrimento de sus excelentes bodegones, conviviendo con Zóbel y Torner, los dos impulsores fundamentales del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca.
       La experiencia es muy estimulante, incluso dando por buena la ubicación elegida para este San Francisco en oración, fechado en 1659, y que su propietario, el Museo del Prado, ha cedido por breve tiempo (muy breve tiempo: hasta el día 17 de este mes de febrero) para que salga de su habitual ubicación en la sede madrileña y viaje prestado hasta Cuenca, singular y ciertamente meritoria forma de celebrar los 200 años de vida de la que pasa por ser la primera pinacoteca del mundo.
       Para ver a Zurbarán de frente, a un paso de la mirada del espectador, hay que subir la estrecha y empinada escalera que conduce hasta la Sala Oscura y allí, en un ambiente de penumbra total, diestramente iluminado, en recogimiento entre espiritual y artístico, nos encontramos ante esta magnífica obra, de trazo firme a la vez que delicado, con una mirada intensa, realmente cargada de espiritualidad, con la que el buen san Francisco dirige la atención hacia un punto lejano donde puede flotar quién sabe qué sentimiento inspirador de emociones más allá de lo humano.
   Interesante experiencia la de ver al maestro extremeño entre los maestros más significativos de la generación no figurativa española. Lástima que haya durado tan poco tiempo.



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