ALBAREDA EN EL CENTRO AGUIRRE



 En la sala de exposiciones del Centro Cultural Aguirre hay una cita que yo calificaría de ineludible para cualquier persona que siente un mínimo interés por la evolución del lenguaje artístico entre nosotros. Es cierto que, en este caso, la vinculación del artista, José María Albareda, con su tierra natal, puede distorsionar la contemplación objetiva de esta muestra, dejándonos llevar por la simpatía natural que provoca siempre el paisanaje, pero aún aceptando esa posible dislocación sentimental, lo cierto es que el conjunto (breve, por otra parte) de la obra expuesta induce al convencimiento de que nos encontramos ante un artista singular, de enorme capacidad expresiva y dotado de una técnica pictórica tan novedosa como atrevida y sugerente.
“Espacios de sombras” ha titulado Albareda esta colección de sus últimos trabajos, en la que el artista propone, como él mismo ha escrito “Una aproximación sensorial a la pintura”, y lo hace mediante un trabajo concebido de manera global, al que aplica de manera concienzuda una ideología artística que ha sido plenamente concebida, con ningún espacio intermedio para la improvisación. El pintor, consciente de los criterios imperantes en el mundo del arte, parece oscilar entre la abstracción y el figurativismo, pero tal cosa con es el resultado de una posición indecisa, sin todo lo contrario, un camino voluntariamente elegido que ofrece el resultado de una obra homogénea, de extraordinarias convicciones personales, que se transmite mediante un artificio técnico coherente, meditado, de asombrosa plasticidad y considerable fuerza expresiva.
Cuando Albareda escribe que “El aspecto más carnal de la pintura es la base para un mundo de sugerencias” nos está ofreciendo una lúcida explicación de sus propósitos al afrontar la elaboración de un cuadro, pues es ahí, en la carnalidad, la concepción visual de su trabajo, donde se encuentra el camino para buscar una penetración abierta y compleja a su mundo interior, en el que se encuentra el origen misterioso de lo que vemos, envuelto en unas tonalidades de dominantes tonos ocres que transmiten hacia el exterior una poderosa energía vitalista cargada de la evidente emoción que el artista ha querido transmitir a través de cada uno de los trazos.
Predominan en la exposición (visible hasta el 15 de octubre) los cuadros de gran tamaño y en esa forma de llenar las paredes del recinto se encuentra también uno de los elementos más atractivos al ofrecer de manera generosa una amplitud de visión suficiente para poder captar con una mirada de conjunto la riqueza de esta obra creativa verdaderamente singular, que hace de Chema Albareda una de la referencias más notables del arte actual.

Comentarios

  1. Aunque no soy neutral al aplaudir la obra de Albareda, me parece genial y de una riqueza artística muy importante, las texturas, la luz, el contenido pasa a formar parte de un todo incluso en esos retratos que son paisajes de historia.

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