LOS ESPANTAPÁJAROS DE TORREJONCILLO
Por regla general, siempre hay motivos
interesantes para ir a un pueblo cualquiera, porque en casi todos es posible
encontrar uno o varios momentos atractivos, sea la iglesia, una ermita, una
romería o fiesta popular o, quizá, y son los mejores, una iniciativa original,
sugestiva, de las que ponen de relieve la existencia de una imaginación que no
se agota y con la que se remueven situaciones de tedio, el mecanismo de la
rutina encaminado solo a pasar el día en los bares.
Hay un motivo concreto para ir a
Torrejoncillo del Rey, porque sus vecinos han tenido una singular iniciativa,
la de recuperar la costumbre de los antiguos espantapájaros que eran habituales
en todos los campos cultivados, con el fin de alejar de ellos a los siempre
hambrientos pajarillos, encantados como picotear en el tierno brote de mieses,
huertas o frutales. Solo que, como es lógico suponer, la convocatoria tenía una
intención creativa, porque no se trataba solo de recuperar aquellos fantoches
de paja o de elementos metálicos aireados al viento, sino de dar un paso más y
avanzar en busca de lo que pudiera ofrecer la imaginación de los vecinos.
Así nació el I Concurso exposición de
Espantapájaros, en el que han participado 22 creaciones, la mayoría
verdaderamente interesantes, coloristas, creativas. Con ellas se ha formado un
paseo en la carretera de acceso al pueblo y ahí van a estar colocadas al menos
hasta que algún vendaval las derribe. Díganme si no es buen y sugerente motivo
para ir a Torrejoncillo del Rey.
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