LA MUERTE Y LA NADA, EXPOSICIÓN PERMANENTE


En las últimas semanas se ha producido un hecho de singular importancia al que, como suele ocurrir,
no se ha prestado mucha atención (en realidad, prácticamente ninguna) en los ámbitos de la Cultura conquense. Nada que ver, desde luego, con la expectación despertada por la reaparición de Jesulín de Ubrique y otros sucesos de parecido jaez.
      La noticia a que me refiero es la exposición pública, al fin en Cuenca, de la serie de dibujos que Antonio Saura bautizó con el título La muerte y la nada, formada por 27 obras que preparó como un bloque temático destinado a ilustrar un libro del mismo título, original de Jacques Chessex y editado por Pierre Canova en Suiza. Los 27 dibujos están realizados sobre papel, en técnicas diversas (pintura sintética, acrílico, tinta de China, mina de plomo) y dimensiones igualmente variadas (15 de 29x22,5 cms., 11 de 29x45 y uno de 30x48,5 cms.). Como se puede imaginar, fue una edición exquisita, para bibliófilos de alto nivel, de la que se hizo una tirada numerada de 2.488 ejemplares. Con esta decisión se pone fin a un intrincado episodio que, salvando las distancias, encierra muchos de los ingredientes de un relato de intriga.

      La colección fue adquirida por la Junta de Comunidades en el año 2000, en principio con la intención de entregarla a la ya entonces tambaleante Fundación Antonio Saura, propósito que, por prudencia, no se llevó a cabo, sino que fue entregada para su custodia al Museo de Ciudad Real, desde donde se transfirió en 2007 al Museo de Cuenca.
      Ahora, seguramente con sorpresa para muchos, reaparece convertida en una exposición permanente, que se puede ver en la sala del Museo de Cuenca situada en la calle Princesa Zaida. No me meteré en camisa de once varas y por ello no jugaré al atrevido papel de crítico de arte. Solo diré que ahí está Antonio Saura en estado puro, con su maestría en el trazo, dominando siempre por la feroz negrura de imágenes torturadas que transmiten un mundo interior complejo, no fácilmente asimilable. Pero es, sin duda, una maravilla del arte contemporáneo, ahora disponible cualquier día del año.


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