LA LEY DE MECENAZGO, PARA OTRO AÑO




Ciertamente, es desconsolador ver cómo se frustran, de golpe y porrazo y sin saber cómo, proyectos en los que, ilusamente, se han puesto esperanzas que se vienen abajo en menos tiempo del que empleo en escribir estas líneas, hundiendo así, en segundos, el trabajo de años. Porque han pasado años, desde que se constituyó el actual gobierno regional de carácter socialista y, entre sus objetivos, puso en marcha la redacción de una Ley del Mecenazgo llamada a desempeñar un papel de importancia en el apoyo a las actividades culturales en la región. Detrás de estas iniciativas, a cualquier nivel, late siempre la misma cuestión: la Cultura es cara, la Cultura necesita dinero y los fondos públicos no son suficientes para satisfacer esas necesidades, de manera que es preciso recurrir a la colaboración privada que se canaliza por dos caminos: la adquisición de localidades, en aquellos casos en que tal mecanismo se puede aplicar o la aportación financiera generosa que procede de empresas que, de ese modo, consiguen reducción en sus obligaciones tributarias. Esto, que está ya implantado en medio mundo progresista y se viene haciendo aquí de manera no sistemática, es lo que quiso regular el gobierno autonómico con la aplicación de una Ley de Mecenazgo, laboriosamente gestionada en estos tres años y que, por fin, estuvo lista para ir a las Cortes en busca de su aprobación.
Menudo chasco. Vota el gobierno, a favor, como corresponde. Vota en contra la oposición del PP, porque para eso es oposición, sin tener en cuenta si la propuesta es buena, mala o regular para los intereses generales de la Comunidad Autónoma y de sus ciudadanos. Y ocurre lo insólito: Podemos, que es socio de gobierno del PSOE, no está, no aparece ni se le espera, con lo que deja en minoría al gobierno y se pierde la votación.
         Y así, a tontas y a locas, nos quedamos sin Ley de Mecenazgo y se da un nuevo golpe a la cultura regional. Y los de Podemos, tan contentos, a lo suyo, o sea, a ir de tontería en tontería. Porque, encima, salen sus portavoces a intentar justificar lo que han hecho como si hubiera sido un gesto de valiente oposición a los manejos e intereses del vil capital, en vez de decir abiertamente que han producido un golpe mortal a los intereses del pueblo, de la clase trabajadora, del colectivo humano de esta región, privado de poder recibir un sólido apoyo económico precisamente a través de una legislación progresista que busca la participación del capital privado en la promoción de la cultura, para incrementar así los fondos, siempre escuetos, que es posible conseguir desde los presupuestos públicos. Pero no parece que una idea tan sencilla y lúcida pueda encontrar acomodo en mentes obtusas condicionadas por el adoctrinamiento de viejo cuño. Y así, habrá que esperar otra oportunidad para que la frustrada Ley de Mecenazgo pueda salir adelante.


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