EN LA MUERTE DE LUIS ROIBAL



La muerte de Luis Roibal me hace pensar en un asunto ciertamente recurrente pero que siempre, al llegar esos momentos, alcanza su auténtica y casi dramática realidad, el de las cuestiones que quedan pendientes cuando alguien desaparece. En este caso, me produce cierta desazón no haber cultivado más el conocimiento y la cercanía con este hombre singular a lo que se añade un cierto sentimiento de culpa por haberlo descuidado precisamente en los últimos tiempos, cuando pudimos estar más cerca, y fuimos dejando de un día para otro el consolidar la relación que apenas si estaba en sus inicios.
De Luis Roibal tengo un recuerdo remoto (él ni siquiera lo tenía) de cuando lo conocí levemente en los tiempos históricos de Diario de Cuenca, allá por los años 60 del siglo pasado, cuando yo iniciaba mi actividad periodística y él era visitante esporádico de aquella vetusta redacción en la que aún sobrevivían algunos elementos de añeja prosapia vinculados al ya periclitado movimiento falangista, que él y ellos compartían y que los más jóvenes mirábamos con una mezcla de asombro y curiosidad, como la que despierta la contemplación de un cuadro histórico en el que vemos corazas, caballerías, armaduras y gestos inusuales para el momento actual.
Aquella etapa desapareció; los protagonistas de aquel momento periodístico sencillamente se fueron o murieron y con ellos se canceló también la presencia de Roibal, a quien se podía seguir, sin embargo, rastreando las noticias que llegaban de él y su actividad pictórica por diversos países del mundo, en coincidencia con el silencio (consciente, desde luego) que se iba alimentando en su ciudad natal por quienes querían borrar de la memoria el hecho de que existía un artista de prestigio mundial, sí, pero sancionada por su pertenencia a una ideología política que aquí se quería borrar de la memoria colectiva, como si no hubiera existido nunca, de manera que le fueron escamoteados honores, distinciones y reconocimientos que, a la vez, fueron entregados alegremente a sencillos aprendices del arte que no tenían ni mucho menos categoría para llegarle a la suela de los zapatos.
Por lo que a mí respecta, reencontré el trato con Roibal, muy superficial hasta entonces, debo reconocer, e interrumpido cuando podía haber profundizado un poco más, hace unos años, por intermedio de otros amigos, Luis Cañas y Rafael de la Rosa, sobre todo cuando preparamos el libro del primero, El coleccionista de recuerdos, con dibujos de Roibal y editado por mí, a través del sello Olcades, Son, sencillamente, unos dibujos magníficos, que ayudan sobremanera a entender la vida conquense de la época que Cañas rememora, ofreciendo así, entre ambos, una panorámica muy lúcida de esos momentos tan poco estudiados y menos aún descritos. Para mí, como editor y prologuista del libro, esa fue una oportunidad personal muy valiosa.
Hace unos meses tuve la oportunidad de insistir en ese contacto personal. Rafael de la Rosa y yo nos acercamos hasta Uña para mantener una larga y vitalista conversación, comida incluida, con Luis Roibal, de la que salieron muchas noticias, muchas anécdotas, mucha información que fui captando con el ánimo curioso de quien cada día procura aprender algo más para poder utilizarlo en el momento adecuado. Quedamos emplazados, los tres, para una nueva e igualmente satisfactoria reunión. Aún la intentamos no hace mucho pero él la fue postergando porque sus problemas de salud iban avanzando y no tenía fuerzas para afrontar una reunión, amistosa, sí, pero densa. Cuando mejore lo hacemos, decía.
Ahora, Rafael de la Rosa y Luis Roibal se han ido, separados apenas por un mes de distancia y yo me he quedado, sencillamente, desconcertado.


Comentarios

  1. En mi comentario me refiero al técnico de cultura de la Diputacion. En realidad me refería al tal Carrascosa que al parecer ya no ocupa ese cargo. Por lo que me dicen le han ascendido. En España se premia la mediocridad

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

ACISCLO, EL TANQUE Y UN REGALO

EL MUNDO PERSONAL DE ÓSCAR LAGUNAS

LUIS CAÑAS SE HA CABREADO