SARAMAGO EN CUENCA
El 19 de mayo de 2001 José Saramago vino a Cuenca para
clausurar la Feria del Libro. Fue, como suelen decir los cronistas sin muchos
recursos narrativos, una jornada memorable, en la que encontraron acomodo la
buena literatura y la naturaleza de un escritor marcado por una inconmovible
ética personal. En mi biografía íntima, haber gestionado y conseguido la
presencia de Saramago en Cuenca es uno de esos pequeños detalles satisfactorios
que compensan otros disgustos. Dichosas edad y siglos dichos aquellos -Don Quijote
dixit- tan diferentes de estos otros que hoy nos acongojan. Porque estos días,
fecha arriba o abajo, también deberíamos estar viviendo otra Feria del Libro en
Cuenca y, en cambio, ya ven. O imaginamos.
La ocasión aquella fue rápidamente aprovechada por unos cuantos de los máximos dirigentes políticos del momento para acudir, excepcionalmente y sin que pudiera servir de precedente, a un acto cultural, con el sano propósito de poder hacerse la foto junto al Premio Nóbel y así presumir de mantener contactos con la élite de la cultura mundial. Pasado el arrebato (y conseguida la foto) ya nunca más se les volvió a ver a ningún otro suceso semejante. Y es que ya no han vuelto a Cuenca más premios literarios de ese calibre.
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